¿Por qué y para qué son
necesarias las exhumaciones de quienes fueron víctimas durante la Guerra Civil
y el franquismo?
Ya son más de diez los años en los que crece el número de asociaciones y colectivos con el objetivo de recuperar la memoria histórica local y saldar así una deuda que tienen con su propio pasado y con su pueblo. Son en su mayoría familiares de víctimas, de diferentes generaciones, quienes se atreven a indagar en un silencio tan perpetuo como invisible, como lo es también el dolor de quienes protagonizaron esas historias.
Los proyectos más conocidos han sido aquellos que han llegado a realizar exhumaciones. Es algo que, por nuestra cultura, impacta en nuestras conciencias. Hacer resurgir a quienes enterramos es girar la mirada hacia nuestra historia, nuestro pasado, y dar respuesta a unas preguntas que nunca fueron pronunciadas. Sin embargo, acertamos en escuchar a la memoria si pretendemos saber quiénes somos, cual es nuestra identidad, porque es en nuestros recuerdos en los
que nos basamos para crecer no solo como personas, sino también como pueblo,
como país.
Las decisiones a tomar en común, los encuentros no azarosos, el valor añadido a la vida por pronunciar y asumir la muerte de los nuestros, las palabras que salen atropelladamente, la mirada entreabierta que busca en la memoria… La búsqueda de la verdad es un proceso compartido, que puede llegar a abrir esos nudos de dolor y censura, amarrados por un miedo que alcanza cada ámbito de la vida. Podemos lograrlo dando la libertad, el lugar y el momento de expresarse a quienes durante décadas temieron hacerlo, permitiéndoles desahogarse, enfadarse, llorar, perdonarse y descansar de esa pesada carga de la que nunca pudieron desprenderse y que, como descendientes, también heredaremos por no desentrañarla.
Es precisamente lo insólito de las exhumaciones lo que marca una pausa para iniciar esa reconciliación con nuestra historia, de la cual obtendremos un sentido, un porqué que nos ayudará a comprender mejor. Se trata de un proceso de semanas (meses en el caso de hacerse Manzanares), y durante ese tiempo se está abriendo una posibilidad histórica, pudiendo ver por nosotros y nosotras mismas las consecuencias de la represión y la violencia, encontrándonos entre familiares y vecinos llamados por la curiosidad de algo inusual, contando con la presencia de profesionales que pueden contarnos de otras experiencias y ayudarnos a sobrellevar un proceso de duelo alterado, etc. Y el saber que cada vez son más quienes recuperan los restos de sus antepasados, abriendo la tierra como quien abre su pecho, alienta y empuja a quienes aún no se atreven a dar ese paso, convirtiéndonos en un ejemplo a seguir.
La claridad obtenida nos permitiría mirar al futuro con una
perspectiva más nítida. Al saber qué es lo que nos ocurrió como familia en lo
particular y como pueblo en general, tomamos
mayor consciencia sobre lo que queremos alcanzar y lo que queremos evitar,
teniendo la tranquilidad de que al conocer los fallos cometidos en el pasado y
cómo ciegamente nos dirigimos a ellos, estaremos más preparados y preparadas
para evitar que los errores se vuelvan a repetir. Sin darnos cuenta, nuestra
memoria contempla pasado, presente y futuro.
Y la razón última y quizás más importante, el hecho de que sean sus seres queridos, y no sus asesinos, quienes decidan cómo y con quién enterrar a los suyos y qué lugar ocuparán en la tierra y en la historia.